La cuna del papa argentino celebra diez años de un pontificado distinto y singular
BUENOS AIRES – Los catolicos en Argentina celebraron este lunes el decimo aniversario de Jorge Mario Bergoglio como sumo pontifice, un hecho historico cuyos ecos aun resuenan en su Buenos Aires natal y que abrio una singular etapa en la Iglesia universal.
“La Iglesia argentina manifiesta una gran alegria, con el vinculo afectivo que nos une a quien fuera nuestro cardenal Bergoglio”, señalo Mario Poli, cardenal primado de Argentina y sucesor de este como arzobispo de Buenos Aires.
En la homilia de la misa solemne de accion de gracias que presidio en la Catedral de Buenos Aires, Poli destaco varios aspectos del camino trazado por Francisco para la Iglesia en estos tiempos, incluyendo puntos salientes de su magisterio social.
“Francisco ha facilitado puentes de dialogo con pueblos, culturas y con hombres de la ciencia y la politica. El magisterio social de Francisco propone ser corresponsable de la casa comun y supone una nueva mirada de la creacion desde una ecologia integral”, resalto.
Tambien recordo que el Papa ha “escuchado a los mas fragiles y postergados”, proponiendo “un gran programa de accion que llamo ‘tierra, techo, trabajo'”, ideal que “es parte de su propuesta de un desarrollo humano integral”.
“Guiado por la logica del Evangelio, el Papa nos ha invitado varias veces a tener una mirada amplia ante la marginalidad y compleja diversidad que vivimos, porque, como ha dicho estos dias, Jesus los quiere a todos dentro del Evangelio”, afirmo.
En la catedral que fue sede de Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires desde 1998 hasta su partida para el conclave de marzo de 2013 en Roma aun resuenan los ecos de aquel memorable 13 de marzo de hace una decada en el que la “barca de Pedro” quedo al timon de un argentino.
Mariano Tomatis, un laico comprometido en el servicio en la Iglesia e integrante del movimiento catolico Legion de Maria, no se olvida de aquella jornada en la que siguio el conclave desde su lugar de trabajo.
“Senti una alegria profunda. Siempre habia soñado con ver un papa argentino”, conto Tomatis.
Conocia personalmente a Bergoglio, viajo a Roma para asistir el 19 de marzo de 2013 a la ceremonia de inicio del pontificado y rescata la propuesta de Francisco de una “Iglesia abierta y cercana a todos”.
“Siempre dice el Papa que no hay una Iglesia de santos, la Iglesia es para los pecadores y es para todos. Resalto esa actitud de abrir las puertas de la Iglesia y ser una Iglesia en salida, en la calle, para re evangelizar”, sostuvo.
Tomatis fue uno de los tantos catolicos de Buenos Aires que se acercaron este lunes para participar en la catedral de una oracion para agradecer por el pontificado de Francisco y rezar especialmente por las intenciones del sumo pontifice a la misma hora que hace diez años fue elegido el Papa.
El rector de la catedral, el presbitero Alejandro Russo, repitio las palabras del cardenal frances Jean-Louis Tauran que en la tarde de aquel 13 de marzo anunciaban desde San Pedro al mundo entero: “Habemus Papam”.
Aquella tarde apenas un puñado de feligreses estaba en la catedral de Buenos Aires rezando por el devenir del conclave y recibieron el “Georgium Marium Bergoglio” con una “paralisis inicial” que pronto dio paso a “la confusion de la alegria”, recordo Russo.
“Habiamos regalado a nuestro arzobispo al mundo entero”, señalo.
Su renuncia posibilito la convivencia con su reemplazante, el papa Francisco.
El cardenal Poli no oculto el deseo de la Iglesia en Argentina de recibir la visita de Francisco, pero observo que el Papa ha visitado hasta ahora “paises donde la comunidad cristiana es minoria” y donde “su presencia” es “mediadora de paz y portadora de un mensaje conciliador, como hizo en su ultimo viaje al Congo y Sudan del Sur”.
“Trabajador incansable de la Paz, hoy tiene la preocupacion por la cruenta guerra entre Rusia y Ucrania y su posible proyeccion mundial, no deja de elevar su voz para promover la cultura del encuentro por el camino del dialogo”, señalo el cardenal.
Poli resalto que Francisco, en su ancianidad, “no pierde el buen humor” y, “aun con limitaciones en su movilidad, sigue trabajando por una Iglesia sinodal, que viva una autentica comunion y recobre la dulce alegria de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lagrimas”.